lunes, 18 de junio de 2007

Reacción de una profesora de tiempo parcial ante los nuevos despidos

Nota tomada del periódico La Jornada de Oriente
18 de Junio 2007
Cuando no queda más remedio que llorar
Ana Lidya Flores
Entre el sábado 16 y el domingo 17 de junio he compartido lágrimas a través del teléfono, de los mensajes de celular y de correos electrónicos. Todo ese llanto ha sido por la terrible situación en el Departamento de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de las Américas Puebla. Al fin se cumplieron nuestros peores pronósticos. Al fin el brazo ejecutor cayó sobre los colegas que hicieron de este proyecto académico uno de los mejores del país.
Ya estarán satisfechos los que elaboraron aquella explicación sobre los afanes conspiratorios de los doctores Claudia Magallanes Blanco, Jorge Calles Santillana y Toni Castells i Talens. Ya les notificaron por correo electrónico de su despido. Y ahora, ¿qué sigue? No quiero imaginar. No sea que se vayan a cristalizar las pesadillas.
Fui profesora de tiempo parcial de Ciencias de la Comunicación desde enero de 1999, y recién me había comprometido a impartir el curso de periodismo de radio y televisión para el periodo otoño 2007. No puedo. Públicamente ofrezco disculpas al jefe del Departamento, José Cisneros, porque en la víspera de enterarme de los despidos, había acordado con él día y hora de la clase. Reproduzco el texto de la carta de disculpas que le he enviado, porque ahora sí tengo la impresión de que no hay camino de vuelta.
Queridísimo Pepe.
El sábado 16 de junio del presente año me enteré de la notificación de despido que vía correo electrónico recibieron Jorge Calles Santillana, Antoni Castells i Talens y Claudia Magallanes Blanco, todos ellos colegas queridísimos del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Este anuncio se suma al reciente despido de José Manuel Ramos Rodríguez, hace apenas un mes.
Después de meditar con todo cuidado las implicaciones de esta decisión de las autoridades de la Universidad de las Américas Puebla, no me queda otro camino que ofrecerte disculpas y plantearte mi deseo de separarme de la planta docente de Ciencias de la Comunicación.
Nunca dejaré de agradecerte la generosidad con que me invitaste a impartir clases en la UDLA, porque fuiste tú, queridísimo Pepe, quien me recomendó al entonces Director del Departamento, José Manuel Ramos Rodríguez. Corría el año de 1998, y estaban trabajando en la planeación del periodo de Primavera 1999. Ese momento fue crucial para mí, pues estaba definiendo mi permanencia en la planta de profesores de Comunicación de la Universidad Iberoamericana Puebla, por el eventual nacimiento de mi hijo, ocurrido en enero de 1999. Al cabo de los meses, permanecí en la Ibero, y me incorporé a la UDLA.
A lo largo de estos ocho años y medio, tuve el privilegio de atestiguar la fructífera vida académica en la UDLA. La serenidad de Pepe Ramos, y la pasión con la que Jorge Calles regresó al concluir su doctorado en el extranjero. Cuando se convirtió en Decano, tuve la oportunidad de conocer el trabajo y el liderazgo de la Jefa, Claudia Magallanes. Y finalmente, llegó la pesadilla con la imposición de Martha Laris, a quien nunca conocí. Eso sí, fui testigo de la manera en que purgó la planta de profesores de tiempo parcial, y se esmeró en ejecutar acciones indignas en contra de los estudiantes que integraban la plantilla del periódico estudiantil La Catarina, así como de la mesa directiva de Comunicación. Todo pareció recomponerse, cuando en febrero de este 2007, tú asumiste la jefatura del Departamento.
Lamentablemente querido Pepe, te voy a quedar fatal, porque en la víspera de conocer la infausta noticia del despido de los doctores Calles, Castells y Magallanes, había yo acordado contigo impartir el curso periodismo en radio y televisión, que generosamente me confiaron, todos ustedes, a lo largo de de ocho años y medio. Pero tengo reconocer que no tengo la suficiente caradura para simular que no pasa nada, y que no me afecta la manera en que mis compañeros fueron despedidos. Si bien yo no soy profesor de tiempo completo, y mi colaboración ha sido bastante menor, tengo que asumir que me sería imposible presentarme a la UDLA en otoño, como si nada hubiera pasado.
Me agobia añadirte una piedra al zapato. Se que te provoco un pequeño problema administrativo, pues ya estaba contemplada mi participación. Sin embargo, tengo la certeza de que no tendrás problema en sustituirme del curso. Por esta razón, te ofrezco mil disculpas pues no estoy honrando mi palabra.
Pero apelo a tu comprensión. En el curso de estos años, no sólo conocí el proyecto del Departamento de Ciencias de la Comunicación que ustedes construyeron. En el camino nos hicimos compañeros de batallas. Con más frecuencia cada vez, nos pusimos del lado de las que nos parecieron las mejores causas en el ámbito de nuestro quehacer.
El miércoles 13 de junio, hace menos de una semana, tuvimos una celebración en la Universidad Iberoamericana Puebla, pues gracias a un trabajo conjunto entre medios de información (La Jornada de Oriente y Ultra Sistema de Noticias), y académicos (de la UPAEP, la Iberoamericana, y la UDLA), logramos revertir el voto de los senadores que pretendían votar a favor de la ley Televisa. Eso ocurrió en marzo de 2006, y la presencia fundamental de los universitarios, no deja de recordarse. En el festejo de junio, los ex senadores no dejaron de recordar la vehemencia con que el Doctor Calles Santillana los llamó a cambiar el sentido de su voto. La presencia de Claudia, Toni y Jorge estuvo flotando en el ambiente, aunque físicamente no estaban en el auditorio de la Ibero.
No quiero ni puedo resignarme a lo que ocurre entre la Comunidad de Ciencias de la Comunicación. He compartido la angustia y la desolación de los alumnos que se sienten a la deriva al perder a sus profesores. En peores circunstancias quedan los que pierden además, a sus directores y lectores de tesis, porque lo que ha implicado la salida de José Ramos, Claudia Magallanes, Jorge Calles y Toni Castells, no se remedia ni con lágrimas. No sólo ellos se quedan fuera de la institución. Los proyectos de sus alumnos de momento, parecen truncados.
No quiero extenderme. Entre sábado y domingo, no han dejado de fluir las llamadas, los mensajes y los correos electrónicos en que nos lamentamos de esta situación. Siempre hay un piso más abajo y la pesadilla de esta mitad de junio es peor que la de Octubre de 2006.
Por estas razones, querido Pepe, una vez más te ofrezco disculpas y me quedo con el corazón acongojado por la circunstancia que enfrenta el Departamento a tu cargo.
Te dejo el corazón, un abrazo fuerte, y mis mejores deseos para que puedas sortear este temporal.

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